La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) eligió a Doha (Catar) como sede del Campeonato del Mundo que se disputará en 2019. Barcelona perseguía la designación desde 2007, cuando se postuló para el Mundial de 2013 que se llevó Moscú. Este año, Barcelona parecía la favorita técnicamente pero Catar se llevó finalmente el mundial. ¿Qué pasó? ¿Qué tiene Doha que no tenga Barcelona para celebrar el Campeonato del Mundo de Atletismo? ‘Más dinero’, afirma sin tapujos Isidre Rigau, profesor del Máster en Dirección y Gestión del Deporte de la UPF Barcelona School of Management y miembro del equipo que preparó la candidatura de Barcelona.
‘Catar ha hecho una apuesta muy fuerte por el deporte y, pese a no disponer de grandes instalaciones o tener un clima adverso para las competiciones, ha puesto sobre la mesa su mayor activo: 37 millones de dólares, 29,5 millones de euros, en concepto de promoción y patrocinio para los próximos cinco años’, argumenta Rigau.
El presupuesto del proyecto presentado por Catar también supera en cerca de 30 millones de dólares la propuesta de Barcelona. Barcelona contaba con un presupuesto de unos 50 millones de dólares y basó su candidatura en base a tres importantes bazas: las instalaciones (el estadio Olímpico, el Palau Sant Jordi, el anillo olímpico, seis estadios y entorno a 100 instalaciones deportivas de primer nivel, oferta hotelera, etc.), la apuesta tecnológica (plataforma web multicanal, retransmisiones a la carta, aplicaciones exclusivas para seguir las competiciones, etc.) y la implicación de la ciudadanía. ‘Barcelona ha demostrado por activa y por pasiva que para celebrar un gran evento deportivo cuenta con mucho más que dinero, cuenta con el apoyo y la pasión de la ciudadanía’, insiste Rigau y pone dos claros ejemplos: ¿Quién recuerda la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Seúl que costó el doble que la de Barcelona o la del Mundial de Natación de Roma que también costó el doble que la de Barcelona? Está claro que hacer un gran evento no es sólo cuestión de dinero y que la pasión con la que Barcelona y sus ciudadanos viven el deporte garantizaba dar el Mundial del Atletismo un salto cualitativo hacia la popularidad de este deporte’.
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