“El deporte tiene el poder de cambiar el mundo. Tiene el pode de inspirar; tiene el poder de unir a las personas de una manera muy especial y única”. Estas palabras del líder sudafricano Nelson Mandela, demuestran que el deporte va más allá de una disciplina en la que una o más personas realizan actividad física o compiten para alcanzar unos objetivos concretos. El deporte tiene la capacidad de trascender a su esfera y generar cambios a nivel económico, social y medioambiental.

El cambio climático supone una emergencia mundial para nuestro planeta y para las futuras generaciones, y ante este terrible escenario, el deporte debe ayudar a generar cambios alineados con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 a través de su buena gestión y transmisión de valores.

Deporte como motor de cambio ante la alarma global

Según el Global Annual to Decadal Climate Update, publicado por la Organización Meteorológica Mundial de la ONU, es un 90% probable que en el periodo 2021-2025 se observe el año más cálido de la historia y que, en cerca de un 40% de probabilidades, por lo menos, en uno de los próximos cinco años la temperatura media anual del planeta suba temporalmente 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales.

Estos factores pueden suponer más deshielo, un mayor nivel del mar y más olas de calor y fenómenos meteorológicos extremos con mayores repercusiones para la seguridad alimentaria, la salud, el medioambiente y el desarrollo sostenible. En esta tesitura, es imprescindible que las organizaciones sean capaces de encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la sostenibilidad medioambiental.

Grandes acontecimientos como la organización de un mundial de fútbol provocan la emisión de 2,8 millones de toneladas de CO₂ en la atmósfera. La Maratón de Londres de 2019 dejó a lo largo de su recorrido por la capital británica más de 350.000 botellas de plástico. Durante ese mismo año, se recogieron más de diez toneladas de material deportivo y residuos en el Everest, que cada vez sufre mayor masificación de alpinistas.

El deporte debe ser ejemplar en su gestión y encaminarse hacia una práctica basada en la ecología deportiva para mitigar algunas de las consecuencias medioambientales que se están produciendo en la actualidad. A través del deporte sostenible, debemos ser capaces de reducir la huella ecológica originada por la práctica deportiva y la organización de eventos.

Deporte sostenible desde distintas vertientes

Un gran número de organizaciones y entidades deportivas de distinta magnitud ya están incorporando actuaciones medioambientalmente responsables de manera progresiva y tienen a la sostenibilidad como elemento imprescindible en sus prioridades.

El Comité Olímpico Internacional (COI) ha situado la sostenibilidad y el cambio climático como ejes de su plan estratégico. Desde los Juegos Olímpicos de Río 2016, se establecieron objetivos sostenibles y 15 de los 18 que se habían propuesto en el periodo 2017-2020 se han alcanzado totalmente. Para el periodo 2021-2024, se han fijado 17 nuevos propósitos relacionados con el clima, la biodiversidad, la economía circular, la movilidad, la gestión de recursos, la creación de infraestructuras y edificios sostenibles o la mitigación del carbono. La intención del COI es potenciar que las ciudades sedes de los Juegos Olímpicos aborden la sostenibilidad como un asunto estratégico.

Existen otras iniciativas a través de las que podemos ver la contribución del deporte en materia de sostenibilidad, en las que participan tanto organizadores como patrocinadores. La Maratón de Valencia ha impulsado junto a Coca-Cola el proyecto “Bottle to Bottle, que consiste en reaprovechar residuos y convertirlos en nuevos recursos a través del reciclaje, dando una segunda vida a las botellas. Con este proyecto se han conseguido más de 1 millón de botellas que se aprovecharán para la siguiente edición de la carrera. En esta misma línea, la marca deportiva Adidas testeó con vasos de goma plegables –de apenas 10 gramos de peso– la reducción del plástico en la Maratón de Berlín de 2018: los corredores podían llevar el vaso en el pantalón y rellenarlo en los puestos de avituallamiento.

Las marcas de ropa deportiva también están contribuyendo y algunos fabricantes mundiales de equipamiento deportivo se han sumado al deporte sostenible con ropa, calzado y artículos innovadores elaborados con plástico reciclado, fibras naturales como el algodón orgánico o sin sustancias químicas impermeabilizantes como los perfluorocarbonos. Muchas de las camisetas que se reparten en carreras populares están hechas con materiales reciclados. Por ejemplo, Nike creó el movimiento “Move to Zero para proteger el medioambiente, reducir la huella de carbono y llegar a cero residuos a través del deporte.

Otras propuestas cada vez más comunes son la utilización de energías renovables, la eficiencia energética en instalaciones deportivas, el fomento del transporte público gratuito o el uso de la bicicleta para que los participantes puedan desplazarse a un evento o el consumo de alimentos orgánicos de origen local. Este conjunto de buenas prácticas ha supuesto para muchos organizadores de eventos deportivos la obtención de certificaciones y sellos nacionales e internacionales que les distinguen como eventos medioambientalmente sostenibles, además de la obtención de dato de emisiones de CO2, consumo de agua y huella ambiental que refuerzan las acciones que llevan a cabo.

La sensibilización del deporte con el medioambiente es clara y se ha puesto de manifiesto de forma más vehemente en los últimos años, destinándose grandes esfuerzos y recursos para seguir colaborando en esta materia. El binomio sostenibilidad y deporte está más presente que nunca y tiene el poder de seguir generando cambios y contribuir a la transformación del mundo a través de acciones concretas que impulsan la protección del medioambiente.

 

Xavier Moya Illa
Director del Máster en Gestión Deportiva