La situación política en la que se encuentra Cataluña en los últimos años incluye la posibilidad de que a corto plazo pueda ser un Estado independiente. En ese horizonte hipotético un asunto que merece especial atención es la creación de federaciones deportivas y, en concreto, de una federación catalana de fútbol con su propia competición. Con independencia de su tamaño la mayor parte de los países cuenta con una liga propia. Más o menos estructuradas, tales ligas constituyen el tejido donde se forjan los sentimientos futbolísticos de los habitantes de cada país. Pues bien, desde que está en el orden del día la posible independencia de Cataluña han surgido voces que han puesto de manifiesto los problemas que esto podría representar para los clubes de fútbol catalanes y en concreto, para el FC Barcelona. Aunque técnicamente ni la liga ni el Barça son una “estructura de Estado”, socialmente tienen importancia fuera de toda duda y el eventual resultado de su ubicación en un hipotético Estado catalán independiente podría decantar el voto de muchos aficionados.

Mosaico Barça - Madrid

Mosaico Barça – Madrid

Podríamos pensar en algunos escenarios posibles escenarios en los que podría quedar situado el club catalán:

a) Se crea una liga catalana donde participan Barça, Español y otros equipos (Girona, Tarragona, Lleida, Sabadell, Terrassa etc.). El diagnóstico compartido es que sería una liga muy devaluada, lo cual afectaría sin duda a los ingresos por derechos de retransmisión televisiva, una de las fuentes económicas principales del FC Barcelona en la actualidad. No ya a largo plazo, sino a corto plazo supondría el probable éxodo de sus principales jugadores estrellas y en consecuencia, disminuiría el potencial económico y deportivo del Barça. Por otra parte, en este supuesto también la liga española saldría perjudicada y desvalorizada. Es una posibilidad en que las principales partes implicadas, la liga española (y sus equipos) y el Barça saldrían perdiendo.
En algún sentido, en un escenario así el FC Barcelona se redimensionaría a un nivel inferior como ocurre con otros equipos punteros de ligas similares a la catalana (como el caso del Ajax respecto de Holanda o del Anderlecht respecto de Bélgica). Para algunos sería, como he señalado una pérdida, pero para otros sería una contrapartida asumible del proceso independentista.

b) Seguir en la liga española y así beneficiarse de los ingresos por televisión en una liga plenamente competitiva. Esto requeriría entonces la aceptación de la federación catalana por parte de la UEFA que establece como condición previa que Cataluña esté reconocida como Estado miembro de la ONU. Pero además, al pretender jugar en la liga organizada por una federación distinta, la UEFA tendría que dar su permiso como también la Federación española, cosa que no sería fácil (aunque no imposible). La UEFA porque pretende proteger a las federaciones nacionales y la Federación española, por razones políticas.
Una actitud más razonable y estratégica por parte del Estado español, del eventual nuevo Estado catalán y el Barça podría permitir alcanzar la que sería posiblemente mejor solución para todas las partes y es que el Barça siguiera jugando en la liga española. Y es que ésta última también perdería valor (emocional y económico) en el caso de que el Barça dejara de participar en ella.
Es cierto que en este contexto habría que tener en cuenta que para muchos aficionados de equipos españoles el Barça sería ahora un rival extranjero lo cual probablemente le haría perder afecto entre ellos. Pero desde otro punto de vista, los dirigentes barcelonistas podrían considerar que tal efecto no sería tan grave. Ya juegan en otros países durante el transcurso de la Champions sin que ello repercuta seriamente en su juego ni tampoco en su prestigio. Es más, en los últimos años, el Barça ha visto aumentar su popularidad en el mundo entero.

UEFA

c) Ingresar en otra liga (francesa, italiana, etc). Como en el caso anterior requiere la aceptación de la UEFA y de la federación correspondiente. Pero en el improbable caso de que fuera así, ello supondría aceptar las reglas de juego de esa otra federación y de la asociación de clubes. Esto le ha ocurrido recientemente al Mónaco, club con el que se pretende establecer un paralelismo. Pero en realidad no están en situaciones análogas, ya que el club monegasco pertenece a la federación francesa dado que el principado no tiene federación, ni es miembro de la UEFA, circunstancias que no se dan respecto del FC Barcelona.

Pero aún cuando este escenario fuera posible habría inicialmente dos problemas de naturaleza parecida. En primer lugar, un aspecto a tener en consideración es que los sentimientos y emociones futbolísticos están labrados en una historia de enfrentamientos que vienen del pasado y que se han reiterado a lo largo del tiempo. Las rivalidades históricas son en gran medida las que dotan de grandeza emotiva a los partidos. Piénsese en los grandes encuentros que han enfrentado al Barça con el Real Madrid, Atlético de Madrid, Valencia, Athletic de Bilbao, etc. y que constituyen la memoria colectiva que dota de identidad a las respectivas aficiones. Esto obviamente se perdería. Como contrapartida ahora los aficionados del Barça tendrían que empezar a aprenderse los nombres de los equipos de la liga francesa (o de la que correspondiera), de sus jugadores, presidentes, estadios…
Sin embargo, este efecto sentimental negativo podría haber sido de considerable peso hace una década. Pero en los últimos años las ligas europeas han cambiado notablemente, y en especial la española, que se ha devaluado ostensiblemente. La bicefalia que lleva imperando varios años en la liga española ha conducido a que en la actualidad los partidos que se recuerden en el imaginario de los aficionados culés no sean los partidos contra equipos españoles (excepto los disputados contra el Real Madrid) sino contra equipos europeos en la Champions League.

Messi, Lewandowski, Müller, Yilmaz, Cristiano Ronaldo

Messi, Lewandowski, Müller, Yilmaz, Cristiano Ronaldo

El segundo obstáculo es también simbólico para al menos una parte de la sociedad catalana y como tal tampoco debiera ser minusvalorado. Los partidos políticos que reclaman la independencia pretenden hacer de Cataluña un país de primera división a nivel político y económico. Pero a nivel futbolístico se encontrarían que la liga catalana sería de segunda división y tendrían que aceptar que están a la altura de Gales o Mónaco cuyos principales equipos no juegan en la competición propia sino en otras de mayor rango. Por otro lado, la calidad de la liga catalana de fútbol quedaría relegada a recibir un interés menor por parte de aficionados y medios de comunicación.

En definitiva, ninguno de estos escenarios parece ser beneficioso para el Barça ni para la liga catalana. Pero en lo que concierne al club blaugrana, en tanto que elemento central del ecosistema identitario catalán, entraría en un escenario completamente nuevo. Como señalaba antes, la eventual independencia de Cataluña podría conducir a una redimensión a la baja del Barça como club puntero en Europa. En el mejor de los casos para el Barça (jugar en una liga extranjera, incluida la española), la gran perjudicada sería la liga catalana de fútbol. En cambio, el peor escenario posible para el Barça sería jugar en una (devaluada) liga catalana. Para algunos esto podría implicar un detrimento radical (e inasumible) para el club blaugrana. Sin embargo, en este supuesto la beneficiada sería la liga, lo cual podría ser visto como una normalización del fútbol catalán que dejaría de padecer la macrocefalia actual. En todo caso, sería una decisión política la que optara por potenciar al Barça o a la liga catalana (y los intereses de los equipos que la conformaran).

Once titular del Barça

Coda: quizá la solución óptima sería la creación de una superliga a nivel europeo, donde entonces el Barça podría participar en igualdad de condiciones que otros equipos de nivel similar y recibir los beneficios de las retransmisiones televisivas. Ahora bien, la liga catalana quedaría afectada al perder su principal reclamo y atractivo, pero lo mismo sucedería en los demás países con las respectivas ligas nacionales. Quid pro quo.

 

José Luis Pérez Triviño
Director de “Fair Play. Revista de Filosofía, Ética y Derecho del Deporte”
Prof. titular de Filosofía del Derecho. Universidad Pompeu Fabra (Barcelona)
http://www.jlperezt.com/
http://www.upf.edu/revistafairplay/