Del 4 al 20 de febrero se celebran los XXIV Juegos Olímpicos de invierno en Pekín, la primera vez que una ciudad es sede de los Juegos Olímpicos de verano (2008) y de invierno (2022). Unos Juegos que estarán marcados por la evolución de la pandemia en China que ya ha implicado cambios previos en la organización, pero también por otros factores como la sostenibilidad.

La evolución de la pandemia y sus nuevas variantes sigue afectando a todos los sectores de la sociedad y el deporte no es ajeno a esta realidad. Por este motivo, los Juegos de invierno sí que tendrán público en las gradas, a diferencia de los pasados Juegos de verano en Tokio, pero sólo podrán acceder a los recintos deportivos los seguidores locales.

Los atletas participantes, han de acreditar tener la pauta de vacunación completa, serán sometidos a controles diarios para minimizar los posibles contagios. Los deportistas sin la vacunación completan tendrán que guardar una cuarentena a su llegada al país de 21 días y todos ellos tendrán que evitar el contacto con los aficionados. Estas medidas se llevarán a cabo durante los Juegos de Invierno y también los Juegos Paralímpicos (4 al 13 de marzo).

La política también ha centrado parte de la atención previa de los Juegos. Diferentes países, Estados Unidos fue el primero, han decidido no enviar a ningún representante diplomático a los Juegos Olímpicos. El motivo que han argumentado delegaciones como la de Reino Unido o Australia entre otras, es denunciar la violación de los derechos humanos que se está llevando a cabo por parte del gobierno chino contra la minoría musulmana china en la región de Xinjiang. De todas maneras, es sólo un tema de representación política porque los deportistas sí que acudirán a los Juegos.

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Otro de los factores que seguramente marcaran estos Juegos Olímpicos es la sostenibilidad de las instalaciones olímpicas, tanto económica como medioambiental. Es cierto que se han aprovechado diferentes instalaciones deportivas de los Juegos Olímpicos de verano de Pekín 2008, se han modernizado y adecuado para los Juegos, pero, aun así, se estima en más de 75.000 millones los que se han destinado a la construcción de nuevas infraestructuras.

Se han construido 40 nuevas instalaciones, no sólo para los Juegos de invierno, sino también para potenciar la industria de los deportes de invierno en el país. Se espera que los Juegos representen un punto de inflexión en el turismo relacionado con la nieve y, en especial, con los deportes como el esquí en la China igual que ha sucedido con la región rusa de Sochi (Juegos de invierno de 2014) convertido actualmente en uno de los grandes destinos de invierno de Rusia.

El cambio climático también estará muy presente en estos Juegos de invierno y es que una gran parte de las instalaciones en las que se llevarán a cabo diferentes pruebas de esquí alpino, como son Yanqing y Zhangjiaku, emplean un total de 300 cañones de nieve que implican un coste estimado de 185 millones de litros de agua, según una estimación oficial desvelada en 2019.

Los organizadores argumentan, ante las numerosas críticas, que los cañones de nieve utilizan electricidad de origen renovable y que el agua regresará al suelo cuando la nieve se funda. Yanqing es una de las regiones más secas de la China y, por desgracia, no serán los primeros Juegos de invierno en depender enteramente de nieve artificial, ya que en la edición precedente de 2018 en Corea del Sur tuvieron que recurrir a un 90% aproximadamente de nieve artificial. Un gran problema de sostenibilidad ambiental y climática que no se ha solucionado para la edición de este año.