La celebración de la máxima competición internacional de selecciones nacionales en el rugby y en el fútbol suele ser un terreno abonado a los comentarios y valoraciones comparativas de lo que sucede en dichas disciplinas deportivas. Las similitudes y diferencias aluden, en general, a los aspectos más destacados del desarrollo del juego, el comportamiento de los jugadores y aficiones, así como el rol que juegan los jueces del partido. El cuadro siguiente resume un par de artículos al respecto en donde, además, destaca la importancia de la incorporación de los avances tecnológicos en la toma de decisiones de los árbitros en algunos de los lances decisivos del juego. Las competiciones futbolísticas siguen una reglamentación determinada que favorecen poco el uso de las nuevas tecnologías para ayudar a los árbitros en dichas circunstancias. En el rugby, como en el baloncesto, tenis y otros muchos deportes, la tecnología está al servicio del juez y, en definitiva, de la justicia deportiva. Estas innovaciones no restan apenas un gramo de la intensidad de la competición, del ritmo y dinámica en el desarrollo del juego. Afirmar que “de qué íbamos a charlar el lunes después de un partido de fútbol si no se pudiera discutir acerca del acierto, o no, del árbitro en una jugada decisiva” es hacerle un flaco favor al deporte y al espectáculo. Se suele discutir más sobre estos importantes detalles, que de la estrategia y de la táctica seguida por el técnico.
Sorprende por otro lado, al habitual seguidor del espectáculo futbolístico, ver en acción a los servicios médicos en cualquier partido de rugby atendiendo a un jugador sin que para ello el árbitro detenga el juego, de la misma forma que difícilmente se observan conductas de simulación de una lesión por parte de un jugador. En un partido de fútbol, es frecuente que el árbitro tenga que decidir si el juego prosigue, o no, mientras uno de los futbolistas simula una lesión. En algunos casos, además, cuando el jugador-simulador percibe que el árbitro no le hace caso y puede intervenir en una jugada en provecho de su equipo, se levanta inmediatamente olvidando automáticamente sus dolencias sin que, y esto es lo más jocoso de la situación, sea sancionado por conducta antideportiva y de invitación al engaño por el colegiado. Al cabo de unos minutos, quizás este mismo jugador recibe una amonestación por retrasar el lanzamiento de una falta o discutirse con un adversario. El reconocimiento de los méritos del adversario, tan inusuales en los estadios de fútbol, resulta un fenómeno habitual en los de rugby, como tuvimos oportunidad de contemplar, por ejemplo, en los lances definitivos del campeonato en el estadio londinense de Twickenham.
Si lo que importa, gran pregunta y duda permanente, son los objetivos finales, la relevancia de la trayectoria temporal de un equipo en cualquier disciplina deportiva, debería primar por encima de los resultados de la jornada. En este sentido, las competiciones en donde el sistema de ascensos y descensos resultan complicadas de entender (con cálculos, por ejemplo, de promedio de los resultados de los últimos ejercicios) no hacen más que añadir presión al resultado más inmediato y, como consecuencia, a dilapidar la tarea de los técnicos a los que les acompañan los buenos resultados en el corto plazo. El sistema de competición persigue aumentar la incertidumbre en el resultado e, indirectamente, la expectación que a su vez genera atractivo para el espectador. En el rugby, a menudo, se afirma que el resultado es esperable y que no abundan los imprevistos. La World Cup 2015 ha ofrecido ciertas sorpresas con las victorias de Japón frente a Sudáfrica y emoción a raudales con marcadores muy ajustados, como el 35-34 de Australia con Escocia.
Las cinco cosas que el fútbol puede aprender del rugby |
Las cinco cosas que el rugby puede aprender del fútbol |
Aprovechamiento de la tecnología | Profesionalismo de la competición |
Información transparente | Sistema de competición |
Respeto a los árbitros | El talento además de la fuerza |
Pasión por la camiseta | Incertidumbre en el resultado |
La importancia de la trayectoria | Autocrítica |
La intensidad del espectáculo | Profesionalización en la gestión |
Para Búsico “el rugby conserva esta “hidalguía” que no es de su propiedad sino del deporte en general” que lo sintetiza en la dupla “pasión y respeto”. El espectáculo, sin embargo, resulta vibrante y de una intensidad inusitada. “En el fútbol, señala Carlin, uno puede especular más, por ejemplo pasándose la pelota en su propio campo de acá para allá con poco riesgo. En el rugby hay más pausas, es cierto, pero cuando la pelota está en juego cada segundo vale… Los jugadores tendrán pinta de trogloditas, varios de ellos, pero deben estar permanentemente haciendo cálculos que requieren un alto grado de rapidez mental”.
En definitiva, estamos antes dos disciplinas deportivas hasta cierto punto similares pero con rasgos distintivos muy característicos. Los dirigentes de una y otra disciplina deberían hacer un alto en sus respectivos caminos y tratar de inspirarse en las fortalezas de los otros. No con ánimo de exportar ni copiar directamente sino de, muy sutilmente, sacar provecho de las lecciones aprendidas.
Carles Murillo Fort
Director del Máster en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas de la UPF – Barcelona School of Management
Notas.
http://mundod.lavoz.com.ar/rugby/cinco-cosas-que-el-rugby-podria-aprender-del-futbol
http://mundod.lavoz.com.ar/futbol/cinco-cosas-que-el-futbol-podria-tomar-del-rugby
Carlin, J. Rugby vs fútbol: http://deportes.elpais.com/deportes/2015/11/01/actualidad/1446397936_213790.html)
Agüero, S. y Pérez-Triviño, J.L.: http://www.futbolyfilosofia.com/#!%C2%BFQu%C3%A9-podr%C3%ADa-aprender-el-f%C3%BAtbol-del-rugby/c210t/55b757b90cf26fc16f3065ff
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