mayo 2014

El deporte entre los europeos

23/05/2014|

Carles Murillo, Co-director del Máster de Gestión y Dirección de Entidades Deportivas

Carles Murillo, Co-director del Máster de Gestión y Dirección de Entidades Deportivas

Desde sus inicios, la construcción europea abarca el conjunto de actividades productivas, finanzas y actividades sociales de la población. Desde el punto de vista institucional, los esfuerzos se ha centrado en la creación de los entes y las estructuras organizativas que permitan alcanzar el nivel de despliegue previsto para hacer realidad una Europa unida. Los acuerdos económicos que constituyen la raíz de la actual Unión Europea se han convertido en un modelo de integración comercial que, progresivamente, ha ido añadiendo socios, lo cuales actúan de forma unificada respecto a terceros. No ocurre lo mismo en el ámbito monetario, puesto que sólo una parte de los países de la Unión Europea comparte moneda. En el plano fiscal, como en muchos otros, los comportamientos tampoco son homogéneos.

Los europeos no nos parecemos nada en la forma de utilizar nuestro tiempo libre y, en especial, en lo relativo a la actividad física y el deporte, los cuales conforman uno de los ejes prioritarios de las actuaciones de la Comisión Europea. Es por ello que se aprobó el Plan de Trabajo para el Deporte para 2011-2014, en el que se refuerzan las acciones que deben contribuir a aumentar la presencia del deporte en la sociedad y, en especial, su valor social, así como sus dimensiones organizativa y económica. Uno de los instrumentos que facilitan el diagnóstico y la posterior formulación de recomendaciones son los datos que ofrece periódicamente el Eurobarómetro.

Para explicar las divergencias, entre otros factores, los analistas suelen invocar lo arraigado de las diferencias en la forma de ser y las costumbres de los europeos. En este sentido, resultan muy clarificadores los datos del último Eurobarómetro, correspondiente al pasado mes de marzo. El 41% de los europeos practica deporte como mínimo una vez a la semana, si bien esta proporción asciende al 48% si le añadimos los que afirman realizar algún tipo de actividad física. Por otra parte, el porcentaje de personas que jamás hacen deporte crece ligeramente. Existen diferencias significativas entre colectivos: los hombres y la población con una edad comprendida entre los 15 y los 24 años hacen más deporte que las mujeres y, sobre todo, que la gente mayor. Los habitantes de los países del norte de Europa son más activos: la proporción de población que hace ejercicio o deporte supera el 58% del total.

Los países del sur de Europa se sitúan en la cola de esta clasificación, si bien Francia y España se encuentran casi en la media europea. Como en muchos otros aspectos de la economía real, en los hábitos deportivos hay diferencias entre los europeos.
Una de las cuestiones más controvertidas en este ámbito es cómo justificar la intervención pública en el sistema deportivo. Las políticas públicas europeas aspiran a que la mayoría de la población acceda a la práctica deportiva y a la actividad física, en especial los grupos más desfavorecidos. Por sus características, la práctica deportiva es más un bien privado o cuasipúblico que un bien público en sentido estricto. Sin embargo, a la hora de hablar del consumo de bienes y servicios deportivos no resulta recomendable generalizar, puesto que se trata de un mercado que reúne elementos tan diferentes como la actividad física en un centro deportivo, la compra de material y ropa deportiva o la cuota periódica para participar en una competición no profesional. Lo que sí resulta cuestionable desde el punto de vista de sus implicaciones para la justificación de la intervención pública es la generación de externalidades positivas relacionadas con la práctica deportiva.

Los valores asociados a los hábitos deportivos tienen efectos colaterales que se traducen, por ejemplo, en la mejora del estado de salud, la adquisición de formas de trabajo en equipo y reconocimiento de la cultura del esfuerzo, entre otros. Posteriormente, estos efectos se transforman en competencias y habilidades que suelen estar reconocidas en el ámbito profesional y familiar.

Los objetivos de las políticas públicas se ponen al alcance de sus beneficiarios con instrumentos tan variados como la ordenación de la oferta de instalaciones y equipamientos deportivos en el territorio, la ayuda a la financiación del coste de su construcción y mantenimiento y las ayudas destinadas a las entidades deportivas (clubes, asociaciones y federaciones) y las competiciones. Estas políticas resultarán eficientes en la medida en que los consumidores de los servicios de centros y los clubes deportivos no sean sensibles a los cambios en los precios.

La crisis económica y el aumento del tipo impositivo que graba los precios de las cuotas de los socios ha reducido la capacidad adquisitiva de numerosas familias, y la subida se ha repercutido, total o parcialmente, en el precio de los servicios de los centros deportivos. Los analistas demuestran empíricamente que las ayudas a la financiación de instalaciones y equipamientos tienen un impacto mayor sobre el sector que los precios.

Así las cosas, la conclusión es que las ayudas públicas tienen más sentido en la medida en que sirven para ordenar territorialmente la oferta y eliminar barreras de acceso a la práctica deportiva que como instrumento para la reducción de los costes operativos de los centros ya existentes, que suelen actuar en régimen de monopsonio e incluso de monopolio. Los colectivos más desfavorecidos económica y socialmente, la promoción del deporte y el interés por extender los hábitos de la población en las disciplinas deportivas, con una mayor elasticidad-precio, son algunas de las excepciones a esta recomendación. En estos casos, las intervenciones públicas para reducir el precio de los servicios tendrían un efecto positivo que acercaría la solución al ideal social deseado.
basketball bounce house

 

Carles Murillo Fort

Co-Director del Máster en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas

abril 2012

La situación económica y financiera del fútbol profesional

12/04/2012|

Por Carles Murillo – 

Los analistas coincidieron en su momento en señalar que el modelo del deporte profesional, y del fútbol en particular, había cambiado con la llegada de la televisión y otras nuevas tecnologías que facilitan la comunicación y la información. Una simple ojeada a la estructura de los ingresos de los clubes más destacados en el panorama internacional nos proporciona la pista inequívoca de estos cambios. El porcentaje de los ingresos que proviene de las taquillas y otros usos de las instalaciones donde se realiza la práctica deportiva ha perdido peso en el volumen de facturación de los clubes a lo largo de las dos últimas décadas. Las partidas correspondientes a los ingresos por patrocinio y derechos de televisión has ganado terreno en detrimento de los ingresos derivados del espectáculo en directo.

El panorama por el que atraviesan las economías de la mayoría de los países occidentales ha modificado sustancialmente las posibilidades de apoyo por parte de los patrocinadores de la mayor parte de los clubes de fútbol en Europa, lo que se ha puesto de relieve de manera muy acentuada en la Liga BBVA en los dos últimos ejercicios. La fuente de los ingresos por el patrocinio se ha ido secando de forma acentuada y, en la actualidad, son minoría los clubes que gozan todavía de sustanciosos aportes de las empresas patrocinadoras, descontado el efecto de los suministradores de ropa y calzado deportivo. Este, entre otros factores, hace que saldar las cuentas de manera financieramente saludable sea una tarea al alcance de unos pocos.

Las deudas de los clubes españoles a la Agencia Tributaria española alcanzan la cifra de los 752 millones de euros (490 entre los 20 equipos de la Liga BBVA, 184 millones de los 22 de la Liga Adelante y 78 millones entre el resto de equipos profesionales), según estimaciones del gobierno, amén de otros 10 millones de deudas pendientes con la seguridad social y una cifra difícil de estimar de deuda con empresas y entidades públicas. La cifra de la deuda, además, ha crecido en los últimos cuatro años cerca de 150 millones de euros. La sostenibilidad del negocio del fútbol profesional queda en entredicho y abre un panorama de dudosa supervivencia en las condiciones actuales y en la aparente abundancia en la que los clubes han vivido en los últimos años.

Sin embargo, el negocio del fútbol nos sorprende con oportunidades diferentes, lo que es un síntoma de vigencia de su atractivo para los agentes económicos. Los fondos de inversión en deportistas de élite no constituyen una aportación novedosa por mucho que ahora parece que es la moda que llega al panorama futbolístico internacional. La venta de los derechos económicos de muchos jugadores del continente americano, y especialmente de los países del cono sur – Argentina, Brasil, Uruguay y, en menor medida, Chile – es un negocio que pervive desde hace ya algún tiempo.

Las entidades que regulan el fútbol internacional como, por ejemplo, la UEFA, ve con recelo la aparición en Europa de estos nuevos operadores que aspiran a ofrecer suculentas rentabilidades a los inversores. Los fondos de inversión van proliferando como flores en primavera atrayendo en interés de inversores, que ven como los rendimientos en los mercados de capitales no alcanzan las promesas derivadas de colocar dinero en este peculiar tipo de activos, los derechos de los jugadores, y además les sitúa en un lugar privilegiado de la información relativa de los traspasos (que supone, por otro lado, un intangible con un cierto reconocimiento social en determinadas esferas de la sociedad).

Los intereses de los reguladores, de las ligas profesionales, de los clubes, de los representantes de los jugadores, de los propios deportistas, de los inversores en este tipo de fondos y de entidades financieras, compiten entre sí. Se trata de un tipo de competición desigual: la FIFA y la UEFA aspiran a defender los deseos de los clubes en el sentido de otorgarles una posición predominante en la toma de la decisión final acerca de la continuidad de un jugador en su plantilla o en las adquisiciones. Algunas ligas, como la Premier League, prohíben la existencia de estos fondos, mientras que en otros países, como es el caso de España y Portugal, empiezan a ser habituales y se arropan en oficinas gestoras de reconocidas entidades financieras. Los representantes opinan de forma diversa, según les ha ido la película con sus primeras experiencias, mientras que los jugadores, especialmente los que comienzan sus carreras profesionales, quedan fácilmente deslumbrados por las condiciones especiales de sus contratos en el corto plazo.

Junto a las posibilidades que ofrece la presencia de las marcas de los clubes y de los deportistas en las redes sociales, estas dos fuentes de generación de beneficios constituyen los dos elementos que, en mi opinión, pueden alterar de manera más importante la relativa estabilidad de los tres ingredientes de los ingresos de los clubes de fútbol en Europa desde la consolidación de la presencia de la televisión en los estadios.

Carles Murillo es catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Pompeu Fabra, director del Máster en Dirección y Gestión del Deporte en la Universitat Pompeu Fabra y director del Observatorio de las Relaciones con América Latina (ORLA-UPF).

febrero 2012

Publicado el estudio Football Money League, de Deloitte

24/02/2012|

La 15ª edición del Deloitte Football Money League ha sido publicada en el mes de febrero del 2012.

(más…)

Load More Posts